La película rockera del mes
Aprovechemos la volada. Aprovechemos antes de que el huracán de “Kill Bill 2” pase y nos deje pensando en qué relación hay entre el dedo gordo del pie de Uma Thurman, el animé, Kurosawa y el origen de la Vía Láctea. Antes de que la fiebre por el adorable planeta Tarantino vuelva a subir, y que los psicólogos, sociólogos, semiólogos y politólogos posmodernos empiecen a hablar de “Kill Bill” como ya hablaron de “Matrix” o “El Señor de los Anillos”, me gustaría aprovechar el poco tiempo que queda para meter un bocadillo sobre la película rockera del mes: “Starsky & Hutch”.
¿Quéééé? Sí, “Starsky & Hutch”, la versión pantalla grande de la serie de los 70, una película más retro que el rock retro, una película que haría poner colorado al más retro de los fans del rock retro y al mismo canal Retro cuando la pasen dentro de algunos años (¿O la deberían pasar ahora?). Ahí tienen a “Starsky & Hutch”. Qué actualización, ni efectos especiales ni toda esa tecnología que alguna vez va a terminar de convertir al mismísimo James Bond en un robot. No, nada de eso. En una escena aparece una antena parabólica que de tan berreta parece salida de esas pelis de Minguito y Porcel. Estás en los cines modelo 90s con el pochoclo pero es lo mismo que si estuvieses mirando las viejas matinés de canal 3, un otoño de lluvia comiendo tortas fritas.
Juntemos una serie mediocrona de los 70 (“Starsky & Hutch”), un director especialista en catástrofes (Todd Phillips, el de la película de Tom Green) y un casting de “gente amiga” del director: Carmen Electra (¿haciendo? de porrista), Juliette Lewis (¿haciendo? de amante histérica y boba) y el pobre Vince Vaughn (¿se acuerdan del “Psycho” de Van Sant?), suponemos que haciendo de un traficante de drogas. ¿Cuál es el resultado? De pura carambola sale una gran película retro, que de tan ridícula ya es chistosa. Todo lo que pasa es obvio, es puro lugar común, pero como el mejor rock retro te entretiene a morir con un mismo riff y nunca espera sorprenderte.
Primero está lo que yo llamaría “el golpe del yate”. Empieza la peli y uno espera… bueno, la gran acción, las grandes puestas, el despliegue, la tecnología… Pero no. En las primeras escenas ya sabemos que las cosas se sitúan en los 70 y aparece el traficante de cocaína en un yate, que para cualquier ser humano nacido en los 80 o los primeros 90 no vendría a ser más que una simple “lanchita”. Después el traficante va manejando en su auto y ¿qué suena atrás? ¿Un tema soul o funky de algún grupo ignoto del sello Stax que un primo del director descubrió entre los samples de algún otro oscuro grupo de hip hop de los 90? No! No, no, nada de eso. Lo que suena es el riff de… ¡¡¡“Cocaine”!!! Sí, el otrora hit de Eric Clapton.
No es para alarmarse, porque este clásico supertrillado no está incluido en la banda de sonido. La “banda de sonido” es un tema aparte. Podrían haber puesto a los Black Eyed Peas, a Nelly, a Beyoncé, a Outkast… Pero no. Si querés setentas acá tenés, habrán dicho, y metieron temas de Chicago, los Jackson 5, Leon Haywood, Bill Withers (maestro, debilidad de Tarantino), The Band y un perdido Johnny Cash.
Hasta acá “Starsky & Hutch” parece una película irreal, un proyecto fallido, una “Scary Movie” de acción. Pero hay dos tipos que te hacen creer que todo eso es cierto (y más): Ben Stiller y Owen Wilson. Stiller está bien, es un producto de la fábrica “Saturday Night Live” y no puede fallar. La gran diferencia la hace Wilson.
Prototipo físico del rubio tonto norteamericano (es super-texano, ¿más americano y tonto todavía?), Wilson podría haber sido un montón de cosas que no fue para ser solamente Owen Wilson. Podría haber sido un galán, pero le torcieron la nariz a trompadas. Podría haber sido un songwriter, pero le faltaba talento. Podría haber sido un actor de culto del cine independiente, pero le ofrecieron un par de papeles en los estudios grandes de Hollywood y se metió sin pedir permiso.
Ahora Wilson es una especie de versión cómica de James Spader. Si hubiese nacido una década antes era candidato seguro al Brat Pack. Owen Wilson pasa de los bodrios a las grandes películas con la naturalidad de un actor en serio. Puede estar al lado de Jackie Chan (“Shangai Noon”), Ben Stiller (“Zoolander”) o Gene Hackman (“Behind Enemy Lines”), pero nunca se pierde en la pantalla. ¿Quién no se acuerda del pseudo escritor abombado de “Los excéntricos Tenenbaums”? Por no decir que más de la mitad de los geniales personajes de esa película salieron de la cabecita del rubio tonto.
Para cerrar el paquete retro, en “Starsky & Hutch” Wilson canta el tema “Don’t Give Up On Us”, el pequeño hit que tuvo David Soul (el Hutch original) allá por los 70.
Y en la película también aparece Snoop Dogg, que demuestra que las estrellas de rap son más actores que otra cosa. Desgraciadamente no aparece ningún tema de los Bay City Rollers o de David Cassidy. Pero, para compensar, al final cierran con “Sweet Emotion”, uno de los hits más grasulientos de Aerosmith. ¿Qué más quieren?