La gente vs. los Rolling Stones
NO PROBLEM: Nunca entendí los problemas de la gente con los Rolling Stones. Y menos ahora, hace unos días, cuando vi el DVD “Four Flicks”. Jamás pude ver en los Stones a “esos viejos decadentes que salen a robar de vez en cuando”, como dicen muchos de mis amigos y compinches musicales. Nunca pude ver en los Rolling a ese grupo que con tanta constancia crucificaron los críticos de rock de la generación post punk, los críticos y periodistas que dejaron más de una marca en nuestros oídos y memoria. No, nunca. Y tampoco comparto que en la mayor parte del universo blogger los Stones sean sólo objeto de burla y desprecio.
Los Rolling Stones salen de gira cada cuatro ó cinco años y todos saben que Mick Jagger podría cobrar entradas de mil dólares sólo por cantar “Satisfaction” arriba de un cajón de manzanas. Todos lo saben y al mismo tiempo todos cuestionan el montaje lujoso de las giras y el precio de las entradas.
Los Rolling Stones podrán hacer “Jumping Jack Flash”, “Satisfaction” o “Brown Sugar” por los aplausos, un poco más de fama (y el precio de las entradas). De hecho en “Four Flicks” (el DVD que repasa su última gira por Europa y Estados Unidos) hay varias (demasiadas) versiones de estos temas. Pero está más que claro que la versión de “Bitch” la hacen por nada. Y la de “Monkey Man”, por menos. ¿Y la de “Can You Hear Me Knocking”, ese tema perdido en “Sticky Fingers”? Por mucho, pero por mucho menos. ¿Y la de “Rocks Off”, el temazo que abre “Exile On Main Street”? Bueno, eso ya es casi obsceno. ¿Y las versiones de “No Expectations” y “Stray Cat Blues”? Eso sí que es una obscenidad, refregarnos por la cara que esos temas de hecho existen y se pueden tocar en vivo. Y también voy a poner la versión de “Heartbreaker”, para que nadie diga que sólo nombré temas del 68 al 72.
Estoy mirando el DVD con otra gente y puedo sentir la atmósfera cargada, la atmósfera pesada de Altamont pero en un living (y en el 2004): En el fondo algunos están esperando que los Stones la caguen: que Jagger no pueda cantar “Worried About You”, que se caiga de la pasarela, que Ronnie Wood haga un desastre en el solo que era de Brian Jones o de Mick Taylor, que Richards le pifie y no pueda reírse, que … Están esperando convalidar de una vez por todas “todo” lo que “saben” de los Stones o alguna vez les contaron: el grupo que inventó el rock de estadios, el grupo que inventó los sponsors, el grupo que los punks del Londres del 76 escupían, el grupo que se tendría que haber estrellado en el avión de la caótica gira del 72.
NO VIEJA: “Algo pasó”, dice un amigo mientras miramos “Four Flicks”. “Algo pasó entre la primera visita de los Stones a la Argentina (1995) y la segunda (1998)”. Y sí, respondo, se editaron los dos primeros discos de Viejas Locas. Pero él se refería a algo más amplio: la caída a pique del país y la menemización de la cultura rockera.
En el fondo estábamos hablando de lo mismo…
Ya hay toda una generación (muy poblada) que conoce a los Stones a través de Viejas Locas, lo que significaría conocer a un grupo que es ante todo un logo (la lengua), una máxima de conducta (sexo, drogas, rock and roll) y algunos discos (es un grupo de música, se supone que debe tener discos) que se puedan encontrar por ahí (los más próximos y actuales, incluso relacionados con ciertos hits). De la imagen no vamos a hablar porque esa generación encontró su propia manera de uniformarse (flequillo, pañuelo, jardinero, etc) y todo un vocabulario que también le es propio (fierita, viejita, rolinga, etc), lo que los distancia todavía más, a nivel formal, de los Rolling Stones.
Casi ser darse cuenta, esta generación creó un concepto de los Rolling Stones muy a su imagen y semejanza: un grupo sin historia, sin complejidad, sin dificultad, sin intensidad, sin posibilidades de expandirse, sin trabajo.
Esta avanzada generacional barrió con lo mucho o poco que la precedía. Los que habían experimentado a los Stones, los que habían escuchado desde el primer disco hasta los últimos que les parecieron escuchables, los que habían leído las biografías, los que habían llegado a través de los Stones a gran parte de la música del siglo XX, los que habían descubierto el mundo de los 60 por medio de la historia de la banda, los que se habían enfrentado a sus padres y maestros (incluso ya maduros los años 80) sólo para escuchar al grupo, se fueron replegando, se fueron escondiendo, como si el nombre de la banda fuera un pecado, pero de esos pecados de los que vale la pena avergonzarse.
Algunos ni fueron a la segunda tanda de recitales en River, en el 98. Y de a poco empecé a percibir que mucha gente habla de los temas de “Aftermath” o de “Beggars Banquet” como si Jagger y Richards nunca hubiesen estado ahí. En el otro extremo, el del esnobismo imperante, algunos saben de memoria los nombres de cuatro discos de los Stones para quedar bien, para demostrar un pretendido conocimiento frente a una supuesta tribuna rockera, pero jamás los escucharon. Y así se da la gran paradoja de los Stones: la banda más famosa y, al mismo tiempo, desconocida de la Argentina.
En la encuesta Pink Moon 03, en el contexto de un análisis de la situación actual del rock nacional, Schanton califica a los Rolling Stones como “una caricatura nac & pop de unas inalcanzables mega estrellas globales” y analiza el vínculo entre el rock nacional y el grupo como “de idealización y proyección a niveles de delirio colectivo y anacronismos impensados”. Si es así (y es realmente así), ¿por qué la intelligentzia rockera argentina y su consenso vienen cargando sistemáticamente a la cuenta histórica de los Rolling Stones estas facturas ajenas? ¿Por qué parecen querer cobrarle a los Stones
la simplificación y vulgarización de su legado a manos de los que, en medio del cinismo mejor pagado (el “No es sólo rock and roll” de Intoxicados, por ejemplo) hacen de lo que habría sido un homenaje otra demostración de basureo gratuito y desconocimiento?
NO SOUVENIRS: Los lugares beatle de Inglaterra están señalizados como verdaderos monumentos nacionales, y están invadidos, en algunos casos, por un merchandising de lo más molesto y berreta. Los lugares stone, en cambio, son parte de un paisaje solitario y esquivo, que parece estar descansando del ruido y la agitación de otras épocas.
Ahí está el 102 de Edith Grove, la famosa casa donde vivían si un centavo Brian Jones, Jagger y Richards, que no es ni de lejos tan sórdida como la pintan los libros; la corte de Great Marlborough St, intacta, el lugar que Brian visitaba casi todos los días; las aristocráticas casas de Cheyne Walk, con vista al Támesis y toda sus historias de excesos y fantasmas; la sala de ensayo de Bermondsey St. sigue siendo una sala de ensayo, pero lo que era el club de Alexis Korner es un local abandonado en Ealing Broadway, una de las zonas más mugrientas de Londres. Y después hay que meterse en Chinatown para ver todos los lugares minúsculos en donde tocaban los Stones. No hay ni un alma, en ninguna parte.
La secundaria de Richards no existe más. El chiste más común en Dartford (a 20 minutos de tren de Londres) es que por donde pasa Keith Richards no crece más el pasto. La escuela de Mick Jagger no sólo existe, sino que sigue siendo uno de los colegios secundarios más prestigiosos de Inglaterra. En el hall hay una gran foto de uno de los mejores alumnos de la historia del colegio: Mick Jagger. En Dartford te puede tocar en suerte un remisero que trabajaba con el padre de Keith Richards y que te dice: “Hasta hace unos años él andaba por acá, pero después se amigó con el hijo”.
En Cheltenham, la ciudad de ensueño en los costwolds ingleses donde nació Brian Jones, están más acostumbrados a las visitas. La tumba de Brian debe ser una de las más cuidadas y sobrias de la historia del rock. Me contaron que el lugar siempre estuvo a cargo de la oficina de los Stones. Uno se siente realmente desconcertado ahí, entre ese paisaje bucólico y el recuerdo de un tipo atormentado.
No hay ningún souvenir en los lugares stones de Inglaterra, pero sí un dato revelador:
no hay varios “Rolling Stones”. No están los Stones de “Aftermath”, los de “Sticky Fingers”, los de “Some Girls” o los de “Voodoo Lounge”. Los Stones son un solo grupo, con una misma y larga historia.
NO MESSAGE: He escuchado a los Stones en todos los discos de The Verve y los discos solistas de Richard Ashcroft. He escuchado a los Stones en los discos de los Smiths y de los Guns and Roses. He escuchado a los Stones en los discos de Aerosmith y en los de Pavement. También los escuché en los discos de los Stones Roses, los Happy Mondays, los Black Crowes, Bruce Springsteen, David Bowie, los New York Dolls y Hüsker Dü. Pero muy poco (nada) he escuchado hablar al respecto. Mientras tanto, el periodismo y la crítica de rock aryentains nunca se cansaron de subrayar cuaaaaaaanto le roban a los Stones los grupos “stones” argentinos como los Ratones Paranoicos, los Viejas Locas o La 25. Un “pequeño” error conceptual: nadie le roba menos a los Stones que estas bandas. Salvando las distancias que hay entre ellas, todas están basadas en un disco de los Stones (“Black and Blue”) o a lo sumo dos (“It´s Only Rock and Roll y “Black and Blue”). El resto de la herencia de los Stones es puro silencio.
NO SATISFACTION: Es cierto. Se tendrían que haber separado en el 72, después de “Exile On Main Street”. Mick Jagger no se merecía tanta remera y tanta caricatura. Los discos solistas de Keith Richads no se merecían tanta indiferencia. Brian Jones no se merecía tanto olvido por un lado y tanto culto sin referencias por el otro. Nosotros no nos merecíamos ni “Some Girls” ni “Tatoo You”. Tampoco la versión en vivo del 89 de “2000 Light Years From Home”, ni la de “Paint It Black”, ni la de “Ruby Tuesday”. No nos merecíamos que vinieran acá a tocar “Midnight Rambler”. Y mucho menos nos merecemos la nueva versión de “Bitch”.