Blasfemia total!!! Un songwriter norteamericano con los peores antecedentes posibles revuelca por el fango de su rock and roll a los Smiths, U2, Nirvana, los Strokes y hasta Joy Division. Pero no todo es lo que parece. Una pequeña introducción al único disco auténticamente “infame” del año: “Rock N Roll”, de Ryan Adams.
A Ryan Adams lo arruinaron. Ryan Adams es el típico natural born songwriter, un pibe que hubiese encontrado canciones en cualquier lado: en una banda punk de California, con un grupo de productores de R&B, en cualquier pastiche electroclash, en lo que sea. Y no importaba si había nacido en Jamaica, Manchester o Bahía. Pero lo descubrieron y empezó a venir lo de la “revelación” de encuesta de fin de año, lo del nuevo Dylan, el nuevo Cobain, el mejor desde… y todas esas expresiones que te convierten en una gloria olvidada en menos de tres o cuatro años. Para colmo, acá empezó a asomar con “Gold”, un disco que en la tapa mostraba la bandera de los Estados Unidos. Casi nadie se tomó la molestia de bajarlo o comprarlo.
Pero eso no es todo, el perfil Ryan Adams que definió él mismo con gran ayuda de los medios no hizo más que sumar puntos para detestarlo. Acá va el Top Ten:
1)- Su tema “New York, New York”, del disco “Gold”, fue promocionado como un himno post 11 de septiembre.
2)- Es el típico caso del cantautor prolífico que quiere sacar discos a cada rato y se pelea con la discográfica por eso.
3)- Es el típico caso del que reconoce sus influencias pero jura haber escuchado y comprado otra cosa (dice que le gustaban Black Flag y Husker Du, por ejemplo, pero compraba discos de Galaxie 500).
4)- Admira a Alanis Morrisette.
5)- Se enamora de actrices de Hollywood.
6)- Tiene todo tipo de bandas fantasmas: la country, la punkie, la grungie, etc.
7)- A veces sube al escenario completamente borracho.
8)- Rodrigo Fresán le dedicó una página en el Radar (esta semana ya lo cambió por otra figurita: Josh Rouse).
9)- Es amigote de los Gallagher y otras glorias desgastadas del rock inglés.
10)- El arte de tapa de “Gold” incluye ese tipo de estética retro con bandeja de vinilos, vinilos y pantalones Oxford.
¿Más? No, suficiente. Pero este año Ryan Adams, después de discos entrañables de canciones inolvidables y toda esa perorata, apareció con “Rock N Roll”, un disco que salió como de rebote por todos los quilombos que tiene con la gente del sello Lost Highway.
Aparentemente en el disco hay puras citas, parodia y homenajes (canciones con nombres de otras, etc). Pero empiezan a correr los temas y no. No hay homenaje, ni mimetización, ni parodia ni actualización de ningún sonido. En la tierra de los clones y grandes citadores (desde los Yeah, Yeah, Yeah hasta Black Rebel Motorcycle Club), “Rock N Roll” es una blasfemia, una risa cruel, una patada. Una falta de respeto desde el lugar menos esperado.
Ryan Adams subvierte la esencia y el sonido de gran parte del rock del punk hasta acá (post punk inglés, indie pop inglés, noise, grunge, retro NY) y lo arrastra sin drama a un sonido y una lírica que le son ajenos y ni que hablar que políticamente incorrectos: el rock americano que va desde Grateful Dead hasta los New York Dolls, desde Hüsker Dü hasta Replacements. Y así quedan los Smiths en “Anybody Wanna Take Me Home”, los Strokes en la burlona “This Is It”, los T. Rex en “Shallow”, los Stooges en “1974”, los Jesus and Mary Chain en “Luminol”, U2 en “So Alive”, Nirvana en “Note to Self: Don’t Die” y la mejor de todas: “She’s Lost Total Control”, Joy Division en versión autopista americana, y Ryan Adams se va al carajo en el estribillo, con un falsete que parece del cantante de Coldplay (menos mal que Ian Curtis y Martin Hannett ya no están entre nosotros, porque hubiesen vuelto a morir del espanto).
Después hay temas tipo Americana (la balada “Rock N Roll”, otra ironía, o “Burning Photographs”) que ya corren totalmente por cuenta de Ryan Adams. Tanto “Rock N Roll” como el EP “Love Is Hell”, también editado este año y producido por el otrora colaborador de los Smiths John Porter, están dando vueltas en la red.