Peter Murphy está muerto
Antes de escribir este posteo alguien me preguntó: ¿para qué escribir sobre alguien que ya no le interesa a nadie, que es re pasado? Bueno, justamente por “eso”. Se supone que esa es una de las ventajas de un blog: a nadie le interesa un comino pero yo lo escribo lo mismo. Aunque acá hay una razón más puntual. En el posteo del 7 de julio (“Healing voices”) me molestó tener que borrar varios comentarios que se dedicaban exclusivamente a burlarse de Peter Murphy. En realidad no se había escrito nada sobre él, simplemente estaba nombrado. Por qué _me pregunté_ no se podrá hablar de Murphy como se habló de Richard Ashcroft o de Stephen Malkmus o de cualquier otro cantante. Entonces me acordé… Me acordé de que una vez, una revista de los años 90 que yo adoraba se burló de la misma manera del ex cantante de Bauhaus. La busqué. Es la Revolver número 4 (mejor ni hojearla entera… tiene material para hacer dulce!!!).
¿Alguien se acuerda de la última página, la de los lanzamientos, la de la letra chiquita? Bueno, ahí fue a parar el disco “Cascade”, y los Revolver Boys le dedicaron a Murphy esta “simpática” línea: “¿Cómo no se murió todavía? Murfi se la morfa, Daniel Ash se la da”. Más allá de la ironía y del humor ácido de la Revolver yo no podía creer que alguien se preguntara por la muerte de otro como deseándola, y mucho menos podía creer que se siguieran tragando la pastilla del mito de Bauhaus (coqueteos con la muerte, homosexualidad, etc.) cuando en realidad ya habían pasado años y mucha agua bajo el puente desde todos esos asuntos.
¿Por qué tanta saña con Peter Murphy, entonces? ¿Por qué pretender que se muera o darlo por muerto? Bueno, se puede ensayar una pequeña historia de cómo el líder de una (ex?) banda de culto como Bauhaus, supuestamente influyente para ciertas huestes del rock alternodonte de los 80 en adelante, termina expulsado de la secta de los elegidos.
-Cómo morir bien muerto
En principio a Murphy le costó encontrar un perfil como solista. Sabía bien que quería tirar por la borda todas las valijas góticas, pero no sabía muy bien con qué llenarlas. Su primer disco fue una especie de pastiche con algo de la trilogía berlinesa, algo de Bauhaus, algo del Japan más barroco… Igual no le faltaba personalidad. El título era muy suyo: “Should The World Fail to Fall Apart”. Y lo mejor: su cover de “Final Solution”, de Pere Ubu, fue corte de difusión y se convirtió en un pequeño hit, por lo menos en la Argentina. Así que en el ranking de la Rock & Pop escuchabas un tema de Duran Duran y sin darte cuenta uno de Pere Ubu. Eso solamente lo podía hacer Peter Murphy. El disco venía manijeado por 4AD, el sello arty-fashion del momento, que también tenía a grupos como Cocteau Twins, Dead Can Dance y Throwing Muses…
Algo que no se decía entonces es que esta gente y sus acólitos, a esa altura, ya miraban a Peter Murphy y a los ex Bauhaus (Love & Rockets) con cierto asquito… Los miraban como a cuatro punkies glam trasnochados, maldrogados, malvestidos y muy primitivos a pesar de toda su leyenda. Si los tipos estaban en el sello, si estaban en Beggars Banquet, la casa matriz de 4AD, era por portación de apellido, no por la música que estaban haciendo.
Murphy recién se encontró a sí mismo en su tercer disco, “Deep”, de 1989. Es el caso del alumno que supera al maestro. “Deep” es el álbum de canciones pop que el David Bowie post “Scary Monsters” no pudo hacer en los 80 ni en los 90 tampoco. Siempre se habla del disco como “stylish” y es cierto, siempre y cuando no se lo confunda con superficial. Peter Murphy no es un gran cantante, pero es un gran actor de la voz. Y “Deep” es su disco mejor actuado. Y el libreto es inmejorable. Una colección de canciones que vampirizan al Bowie más profundo, pulen todas las aristas del Bauhaus más feroz y lo dejan a Murphy desnudo, confesional, pero feliz, mordaz, vivo. En “Deep” también pueden quedar todavía huellas de Japan, aunque Murphy solista se convertiría como “estilo” en la antítesis de un David Sylvian: Murphy se alejó del minimalismo “forzado” que marcó tanto a Bauhaus y eligió los tonos mayores, dramáticos, catárticos. Consciente o inconscientemente, se alejó de todo lo trendy, de tendencias y modas, de cualquier cosa que pudiera ser considerada cool o innovadora en los años siguientes. Así fue quedando afuera de la palabra que empezó a crecer justo a fines de los 80: alternativo. Se metió en un túnel atemporal sin salida. Además, como para terminar de embarrarla, “Deep” tuvo un discreto hit con “Cuts You Up”. Y un discreto hit no es lo mismo que un clásico, algo que encima lo colocó en una especie de estúpida desventaja frente a los hits-bombazos de los Love & Rockets.
La maniobra del desvío se completó en el 92, cuando Murphy se enamoró de una turca y ¡¡se fue a vivir a Turquía!! Ese año salió “Holy Smoke”, su disco tipo “tunnel of love”, una especie de disco de post-glam fallido, que por momentos suena como si Bryan Ferry estuviese cantando desde un asilo para enfermos mentales. Para entonces Murphy ya estaba en Ankara, con su esposa, un hijo y una hija. El gran mito se había caído. El cielo protector de Londres había quedado atrás. Peter Murphy era un padre de familia convertido al Islam. Peter Murphy no se había suicidado en la cama de algún amante dejando un par de discos inéditos horribles pero “reveladores” para la crítica. Chau mito, chau fama, chau adoración, chau salto con red.
Para el 95, cuando se editó “Cascade” y la Revolver todavía se preguntaba por su muerte, Peter Murphy ya estaba muy lejos de todo y muy cerca de la tumba, la “otra” tumba. “Cascade” recuperó el brillo de “Deep” en canciones como “Mercy Rain” o la impagable “I’ll Fall With Your Knife”, pero también hablaba mucho del “estado de las cosas” en las oscuras “Subway” y “Disappearing” (nunca más elocuentes los títulos!). “Cascade” no vendió ni medio disco y Beggars Banquet le dio salida a Murphy con un “muchas gracias por fundirnos” y un compilado “in your face” (“para que nos hagas recuperar la guita”).
Después se vino la perlita. La reunión de Bauhaus en el 98. Tras jurar y perjurar que nunca se iban a reunir, los Bauhaus se juntaron para una gira llamada “Resurrección” (nunca más temerario el título!!). Los que tuvieron la suerte de verlos y escucharlos en su versión “original” y en el 98, dicen que el verdadero “negocio” de la reunión no fue tanto para los Bauhaus como para sus fanáticos. ¿La razón? Una muy sencilla. Para el 98…¡¡los tipos ya habían aprendido a tocar!! Pero no hubo caso. Los puristas alternodontes de los 90 nunca se los perdonaron. Y hasta Daniel Ash, que gozaba de una gran reputación en los ambientes “alter” (y que tiene algún que otro interesante disco como solista), cayó en la volteada.
Muerto, resucitado, y vuelto a morir, Peter Murphy no se dio por vencido. Hace dos años sacó su último disco, “Dust”, otra manera de enterrarse más en las sombras. “Dust” es un disco oscuro, plagado de sonidos orientales, que se aleja de la canción y se acerca a los climas hipnóticos y tribales. El único punto real de conexión con discos anteriores es la voz de Murphy, que a veces también suena irreconocible cuando murmura en una especie de trance.
-Desde la tumba
Así es que Peter Murphy está muerto. Está muerto para las multinacionales, los sellos alternativos, las revistas mainstream y alternativas y más alternativas todavía, los críticos, el hype virtual, los supermercados virtuales, la blogosfera, las disquerías, los grandes festivales, los festivales alternativos, las campañas de regresos de los artistas, las campañas… Está muerto para todo ese mundo donde se supone que está pasando algo, donde se supone que se está descubriendo algo para el futuro… Como en la Pitchfork… descubren a tantos músicos que van a ser el futuro del rock que el futuro no nos va a alcanzar para escucharlos a todos. ¿Qué carajos vamos a hacer con tantos discos de 9 puntos, con tantas Juanas Molinas? Eh?
Qué suerte para Peter Murphy, porque él ya está muerto... Yo a veces me doy el gusto de resucitarlo. Siento que tengo poderes sobrenaturales por un rato. Cuando me paro frente a mis discos, cuando estoy harta de todo, cuando ya me duele la brillantez de los Beatles, los Stones o Dylan, cuando las guitarras desde Zep hasta los Jesus me saturaron, cuando las canciones más hermosas de los mejores songwriters del mundo me parecen todas iguales, entonces voy hasta la “M” de los solistas ingleses, lo saco del ataúd a Peter Murphy y escucho otra vez “Cristal Wrists”, una canción pop milagrosa donde, en cuatro minutos, Murphy canta sobre un tipo que está por cortarse las venas y después, entre broncas y recuerdos, se arrepiente:
…And go on loving all I see
(voy a amar todo lo que vea)
For here I live on patiently
(y viviré pacientemente)
Clearly now I tell you man
(ahora lo veo con claridad)
That all I say is all I can
(todo lo que digo es todo lo que puedo)
For I am nothing but my sin
(porque no soy nada excepto mi pecado)
Until I learn, until I learn, until I learn.
(hasta que aprenda, hasta que aprenda, hasta que aprenda).